La semana santa en Mompox, es una de las más antiguas, y la única en la que se marchan los pasos con sus imágenes, desplazándose por las principales calles, de una iglesia a otra al ritmo de hermosas melodías que ambientan el sentimiento de la pasión, muerte y resurrección del Hijo de Dios. Es una historia que se revive con la realidad de los momposinos que día a día se preparan cada uno desde su quehacer tradicional (el que viste a las imágenes, el tallador, el nazareno, trompetero, campanero, parliero, los músicos, evanistas y demás artistas de alfombras hechas en material de residuos teñidos) que asumiendo con respeto y devoción lo aprendido de sus antepasados lo ponen al servicio de los feligreses que para esta época del año se reencuentran. Es así como el visitante propio y de fuera se regocijan envueltos con la emoción de volver a ver, sentir, oler y degustar esas inmortales realidades heredadas de sus antepasados resurgiendo de las manos de los abuelos , refinado por los padres y valorada por la nueva generación, quienes se toman la responsabilidad de hacer entender con placer y entusiasmo la importancia de cada uno de esos elementos inmersos en esta fiesta santa y que hacen parte de una gran parafernalia religiosa de la familia Momposina. Un comportamiento humano que responde a la necesidad de estereotipar su sentir inspirado en un acto de fe. Apoyándose en ese ritual, el momposino alcanza más fácilmente el sentimiento profundo de lo que hace que termina ciñendo en el recuerdo del visitante una nueva experiencia de cercanía con Jesús de Nazareth principal protagonista de nuestro diario vivir.
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